Tuvimos este fin de semana pasado un encuentro de amigos convocados a meditar y orar(encuentros con la divinidad) lleno de armonía y paz. A pesar de los siempre ruidosos niños que nos acompañaban(nuestros hijos, claro) en la casa había esa sutil energía del silencio y la paz que sale de dentro. Energía que lo impregnó todo: En las comida no dejaron ni las migas; Los niños no pararon de jugar y reir; Los mayores, disfrutamos de la paz y de las meditaciones, cantamos y abrimos nuestros corazones al espíritu y a la amistad. Creo que fuimos como niños y esa inocencia nos unió. Gracias a todos, amigos venidos de Asturias, Madrid , Toledo y Euskadi.
La lluvia pintó el paisaje, aún así pudimos recoger setas y castañas y todos se llevaron un buen saco de ellas.
Desde hace un tiempo tenemos una serie de encuentros sumamente armoniosos, que nos dejan muy buena impresión cuando acaban, encuentros de meditación y convivencia agradable, donde se crea un circulo de apertura al espíritu de Dios en nosotros. Una llamada al adviento, al cristo que llevamos dentro, para que se manifieste, si, un camino que sumerge en la vía del amor
a la casa del alba y perfila su destino, el que siempre deseamos.
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